Hector Lavoe - El son de la tragedia


El son de la tragedia

Por Jorge L. Pérez / Jperez@elnuevodia.com

El viernes 30, Héctor Lavoe, conocido como el ‘Cantante de cantantes’ y el ‘Sonero de soneros’ en el mundo de la salsa y de la música latina en general, hubiese cumplido 65 años.

Pero desde que empezó a triunfar como cantante, primero con la orquesta de Willie Colón desde mediados de los años sesenta, y más tarde como solista, ya Lavoe había comenzado a emitir señales de que su talento venía acompañado de la personalidad volátil y desenfrenada que, por lo regular, no suele conducir a una feliz llegada a los albores de la vejez.

Así, el hombre que en determinado momento se convirtió en una superestrella de la música latina -su canción, “Periódico de ayer”, coronó durante cuatro meses el hit parade mexicano, por ejemplo-, ya para fines de los setenta estaba tambaleándose por las drogas.

Su rápido declive culminó el 29 de junio de 1993. Abandonado y sumido en la precariedad económica, murió a los 46 años de edad consumido por el sida.

Lavoe, cuyo verdadero nombre era Héctor Pérez y había nacido en Ponce, emigró a la Gran Manzana a los 17 años, y vivió una vida donde todo fue excesivo, excepto su duración: sus triunfos musicales, su imagen prototípica del galán salsero del Nueva York de los setenta… y su cantidad exagerada de tomentos, incluyendo la muerte de Héctor, Jr., su hijo de 17 años, al recibir un balazo accidental en un juego con un amigo en 1987.

“Era de los que, cuando lo veían a uno en un sitio, venía corriendo a abrazarlo a uno. Creo que yo lamenté su muerte hasta más que la del propio Héctor”, dijo el famoso dibujante e historiador de la salsa en Nueva York, Izzy Sanabria, refiriéndose al hijo de Lavoe.

Sanabria, quien saltó a la fama tanto como presentador en tarima de los conciertos de la Fania y, aún más, como creador de los pósters y carátulas de discos que hicieron historia en su epoca, editó de 1973 a 1985 la revista “Latin NY”, y fue en relación con esto último que él prefirió recordar lo que llamó “la personalidad complicada” del cantante.

“Esto pasó allá para 1977”, dijo Sanabria desde su residencia en Nueva York. “Yo estaba celebrando el quinto aniversario de mi revista con un baile que yo tiré en El Corso, un club que estaba en el East Side”.

“En tarima estaba Yomo Toro con su conjunto, cuando, de pronto, llegó Lavoe”.

“No lo invité porque esta era una época en la que Héctor llegaba tarde o no llegaba a sus propios conciertos”, explicó. “Por eso cantaba aquello de ‘yo no vengo tarde, es que ustedes llegan temprano’ ”.

“Pues esa noche Héctor se montó en la tarima… y se quedó con el sitio”.

A la postre, “se apeó de la tarima y vino caminando hacia mí bien suavecito y, con el dedo índice de su mano derecha, me dio dos golpes fuertes en el pecho y me dijo: “¿No me invitaste, ah?’. Entonces se viró, caminó tres o cuatro pasos, y se volvió a virar hacia mí y me dijo en inglés: ‘You didn’t think I would come, right?” (Creías que no iba a venir, ¿no?).

“Lo recuerdo como un tipo chistoso, vacilador”, prosiguió. “Pero, a pesar de que era así, chiquito y flaquito, no daba un paso atrás para nadie”.

El promotor e historiador musical Richie Viera recuerda otro aspecto de su personalidad.

“Él decía ‘They call me Héctor Lavoe, but I’m Héctor Pérez” (Me llaman Héctor Lavoe, pero soy Héctor Pérez)”, dijo.

“Es decir, él nunca supo quién era… nunca llegó a digerir lo que había hecho”, analizó. “Sí le gustaba lo que hacía, pero era algo natural en él. Él era pueblo, era calle…”.

Sin embargo, las drogas fueron el talón de Aquiles de Lavoe, quien trató de suicidarse en 1988 lanzándose desde su hotel después de un fallido concierto en Bayamón.

“La droga -la heroína- lo venció”, reconoció Sanabria. “Trató por todos los medios de salir de ella, pero no pudo. No tuvo el respaldo de su hogar… Si hubiera tenido una esposa con los pies en la tierra, estoy seguro de que hubiera podido hacerlo”.

No obstante, según Viera, aun en medio de su danza mortal con las drogas, Lavoe conservó una onza de dignidad.

“Él nunca metió a nadie en las drogas”, dijo. “Lo que él hacía lo hacía él solo, por su cuenta”.

¿Cuál es, pues, su legado?

“Él cruzó todas las fronteras”, dijo Sanabria. “Yo estoy en contacto con mucha gente de todo el mundo y solo sé lo que me han dicho otros cantantes con los que yo he hablado“, remachó, “y sé que él es el cantante más admirado por todos ellos”.




Demanda por película de Héctor Lavoe



Por: Nindirí Méndez Pagán
Código Publishing, compañía que posee los derechos de autor de algunas de las canciones de Héctor Lavoe, sometió una demanda por más de $2 millones contra los productores de la película "Lavoe: The untold story" por incumplimiento de contrato y violación a los derechos de autor.
Según se explica en la demanda, Felton Entertainment Inc -casa productora de la película-, acordó pagar $250,000 más un 7% de los recaudos de la cinta por utilizar canciones como Aguanile, Mi Gente, Juana Peña, y La Murga, entre otras.

Los productores sólo pagaron los $22,000 del depósito y luego, aún después del estreno del filme, fallaron en pagar lo antes acordado en un contrato. Además de las diferentes compañías que abarca Felton Entertainment Inc, la demanda radicada el pasado 18 de agosto va en contra de su aseguradora, y de Caribbean Cinemas.

"Lavoe: The untold story" se exhibió en cines durante el mes de febrero del presente año y Código Publishing alega que el material sigue siendo reproducido, distribuido y promocionado sin autorización.

La película, estelarizada por Raúl Carbonell, hijo, estuvo marcada por la controversia, las dilaciones, y luego el poco éxito comercial.

Hace 25 años que Héctor Lavoe llegó para quedarse

Antes de empezar a escribir esta nota, pensaba: ¿Será que los salseros debemos resignarnos a escribir notas del “recuerdo”?, ¿será que para nosotros se aplica ese refrán: “Todo tiempo pasado fue mejor”? Bueno, ese puede ser tema de otro artículo.
El presente tiene como tema un recuerdo que marcó sin duda mi afición salsera. Ocurre que, hace un cuarto de siglo, 25 años atrás, la Feria del Hogar presentó en su tarima de El Gran Estelar a Héctor Lavoe, evento que considero marcó un antes y un después para los salseros de Perú.
Tal como me referí en nota anterior, el Gran Estelar de la Feria del Hogar fue la tarima salsera más importante de los 80s: Oscar D’León, Celia Cruz, Tito Puente, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Andy Montañez, Wilfrido Vargas, Lalo Rodríguez, Johnny Ventura y hasta el tan añorado Eddie Palmieri, entre otros, ofrecieron su arte en el recordado escenario del distrito de San Miguel.
Sin embargo, ninguno de estos grandes nombres causó el impacto y conmoción de aquellas seis noches que fueron del martes 5 al domingo 10 de agosto de 1986, cuando El Rey de la Puntualidad salía, presentado por Luis Delgado Aparicio (que a su vez era presentado por Gonzalo Iwasaki), a las 8:00 p.m. para dar inicio a este romance con el Perú, y especialmente con el Callao, que está cumpliendo sus Bodas de Plata.
Fui testigo de cuatro de esas seis noches históricas e inolvidables de Salsa, a cargo de El Cantante de los Cantantes y el grupo de músicos que lo acompañó y que hasta ahora puedo recitar de memoria: Professor Joe Torres (piano), Johnny Torres, Milton Cardona (conga), Pablo Chino Núñez (bongó), Víctor Pérez (timbal), Tony Cofresí con Brian Lynch (trompetas) y Lewis Khan con John Torres (trombón).
Salía de casa hacia la Javier Prado para tomar la 13ª que iba por La Marina y llegaba dos horas antes a la Feria para esperar entre la multitud, grabadora en mano, que apareciera El Cantante de la Gente. Alguna vez solo, en otra con Norma y otra con Edward, el único amigo salsero que tenía en el colegio, fueron cuatro mis citas con, tal vez, uno de los cantantes que mejor encarnó la Salsa.
El repertorio consistía de clásicos como “El Rey de la Puntualidad”, “Juanito Alimaña”, “La Murga”, “Mi Gente”, "Rompe Saragüey", “Aléjate”, “La Fama”, “Te Conozco”, "El Cantante" y “Periódico de Ayer” (el último tema que cantara en su show del domingo 10), que quedaron registrados en las famosas “grabaciones en vivo” de audio y en el archi-conocido video que América Televisión filmara (creo que fue del show del viernes) y que ha dado la vuelta al mundo, gracias al Youtube. El repertorio tuvo que ser ampliado, por demanda popular, con temas como “Te Conozco” o “Ausencia”, que fueron improvisados en más de una noche.
Sobre cómo se llegó a contratarlo para cantar en Lima, hay más de una versión. Previamente, Héctor conocía sólo por algunas referencias al Perú. Y conforme se sucedieron las noches, El Cantante y su público ganaron mutua confianza. Anécdotas de esas noches, hay varias. En una de ellas Lavoe confunde una noche al Perú con el Ecuador (antes que empiecen los soneos de “Mi Gente”) y en más de una ocasión lo gozamos imitando ya sea a Daniel Santos como al, por ese entonces, popular payaso venezolano “Popy”, que se presentaba “en el circo de Tarzán”.
Se protegía del frío invernal limeño de Agosto con unas chompas que le compraron acá mismo (parecía que nadie le previno del clima en esta época del año) y recuerdo mucho esos “pasos” de baile y sus escapadas en medio de los solos o los mambos para darse un sorbo de licor.
Para nadie es un secreto su lamentable adicción a las drogas. Si la mantuvo durante sus días de estancia en Perú, no lo puedo saber. Tal vez los más íntimos o cercanos, aquellos días de Agosto del 86, lo sabrán. Lo que si es un hecho es que Lavoe no faltó a ninguno de los seis compromisos pactados y fue siempre puntual.
El hospedaje oficial de Héctor Lavoe fue el hotel Sheraton (adonde llegaban varios aficionados para tomarse una foto con El Jibarito, entre ellos mi amigo Mario Velásquez quien en más de una ocasión me contó la manera en que se tomó la foto que orgulloso tenía ampliada en el comedor de su departamento en Lince), aunque muy buena parte del tiempo lo pasó al lado de Hugo Abele en su casa de Aurora, del distrito de Miraflores.Aunque no fui testigo presencial de aquella estadía, podría asegurar que esas supuestas escapadas y/o visitas al Callao, son solo producto de la fantasía e imaginación, de hechos ficticios que suelen tener como protagonistas a los ídolos populares. Lavoe salió muy poco a vistar la ciudad, pasaba buena parte de sus tardes, descansando en su habitación e incluso viendo novelas por televisión. Una noche recitó las novelas que veía por América TV, causando la hilaridad de la gente.
Recuerdo cuando, junto a Carlos Jiménez, hacíamos el programa radial “Hipocampo” en Radio La Crónica y Carlos solía presentar a Hugo como “el único amigo que tuvo Héctor Lavoe en el Perú”.
Abele tuvo el privilegio de llevar a su amigo Héctor, después del show del sábado 9, a Radio América para entrevistarlo en vivo en su muy recordado programa radial “Sonido Latino”.
¿Es exagerado decir que su visita marcó un antes y después para la Salsa en el Perú? Para mí, no. Aunque no era ya el Lavoe de los 70s, que tal vez tenía una mejor condición vocal, ni estuvo acompañado de su orquesta completa, su actuación causó una conmoción hasta hoy irrepetible entre los salseros duros, no solo limeños y chalacos. Su imagen es ahora un ícono que aparece en más de una pared del Callao o en textos, libros y publicaciones referidas a este género musical.

Antes de su visita no era así. Habían otros héroes musicales que representaban a la Salsa en nuestro patio. Revisen sino la carátula del poemario Arreglo de Cuentas de mi amigo el desparecido Juan Bullita. Es Ray Barretto quien reina en el bar donde Bullita baila solo. Después de 1986, aunque (seamos justos) después de su muerte en 1993, Lavoe es indiscutible Rey del imaginario salsero peruano. Incluso muchos dicen que su figura ha sido, por mucho tiempo, más “venerada” en Perú que en el mismo Puerto Rico o New York.
Las seis noches de Feria fueron, para su tiempo, récord de asistencia. El impacto de su actuación motivó a que en 1988, los organizadores del Gran Estelar lo contrataran nuevamente. Semanas antes de su nueva llegada, Lavoe cae del noveno piso del hotel Regency de Puerto Rico. Curiosamente, su “reemplazo” en el programa de la Feria es Eddie Santiago (¿?).
¿Será que los salseros debemos resignarnos a escribir notas del “recuerdo”? Tal vez. Pero hubiese sido una omisión imperdonable para mí, si no hubiese escrito sobre este recuerdo. Esa visita de Héctor Lavoe al Perú en Agosto de 1986, la cual está cumpliendo ya 25 años, y que me marcó para siempre como Salsero.
Estos recuerdos, aún con el paso del tiempo, son imborrables y nunca serán un “Periódico de Ayer”. Héctor llegó acá para quedarse. Y dudo mucho que se vaya… .¡Respeta, Respeta!

Fuente: El Salsero
EDUARDO LIVIA DAZA, AFICIONADO A LA SALSA.

WILLIE COLON HABLA DE LAVOE Y LASALSA




Los grandes de la Fania están muertos o casi retirados. Muertos: Celia Cruz, Héctor Lavoe, Pete 'Conde' Rodríguez, Santitos Colón, Ray Barreto. Johnny Pacheco está casi retirado, Ismael Quintana también. Willie Colón hace cuatro años estaba en las mismas condiciones, pero hace dos regresó a las tarimas con gran aceptación del público. En este lapso ha visitado no solo capitales del país, sino que ha estado en ciudades intermedias, incluidas las más pequeñas. Hace poco reinauguró el legendario Copacabana de Nueva York, lugar histórico para la salsa. Después irá de gira por Europa.


En la discoteca Jala Jala, de Cali, a donde entramos el pasado 29 de julio a empujones, con Rommel Caycedo y Andrea Arboleda, de AGP Producciones -representantes de Colón en Colombia-, vimos a un Willie Colón dándole duro a su instrumento, al lado de Rey Alejandre, segundo trombón, llamado el 'Látigo de México', y Ennio Gatti, pianista y tecladista italoperuano, su director musical en tarima. Lo felicito por sus solos y me responde: "No sé si estoy tocando tan bien. Ahora me he recuperado de un problema de rodilla y también de unos brackets que me puse y no funcionaron, y me he bajado de peso para soportar tanto trabajo que he tenido últimamente".


Me unen a Willie Colón y a su música momentos muy precisos: hace muchos años, cuando regresé de México, a mis 22, con mi novela Bomba Camará recién publicada, viví en Bogotá, en un apartamento, con Carlos Mayolo. Casi todas las tardes oíamos Ausencia y yo miraba la carrera séptima y esas tardes grises y lloraba. Ahora, escucho todos los días Qué lío y me emociona ese trombón que estalla en el aire y la letra que se explaya: "Qué problema con Mariana el que se encontró mi pana, y yo que me la pasaba gozando de la noche a la mañana. Ramón Puntilla la quería, Ramón Puntilla gritaba, ayúdame, ayúdame, ayúdame, ayúdame a olvidarla". "


Ese tema lo grabamos sobre el 67 o 68 -me cuenta-. Yo no estaba casado y Héctor Lavoe tampoco. Vivíamos en el Bronx, de fiesta en fiesta; rumbeábamos hasta dos días seguidos. Héctor tenía muchas novias y yo no sé de dónde sacó ese tema. Ahora tú me recuerdas que había una versión de Joe Cuba".


Dice que a Lavoe lo vio por primera vez tocando con Kako y su combo, en un edificio de la 162. Tocaban en pisos diferentes y subió a verlo en son de competencia, pero Willie tenía su cantante y no lo quería cambiar. Lavoe, a su vez, le comentó sobre su orquesta: "Ustedes están muy flojos".


Finalmente, fue Johnny Pacheco quien los juntó y, cuando empezaron a trabajar, Lavoe le imprimió más soltura y sabor a los arreglos. "Héctor -me dice-, tenía mucho carisma, mucho humor, era espontáneo. A mí me ayudó mucho, porque yo hablaba spanglish, aunque mi abuela siempre me habló en español. Para mí fue una escuela, de verdad. Hicimos una combinación perfecta".


'Quiero ese instrumento'


Colón fue criado por su abuela, Antonia Román Pintor, quien llegó de Puerto Rico a Nueva York en 1926, desde los campos de Manatí, un pueblo de Monteadentro. Allí nacieron sus padres y con ellos convivía también su tía política, Ana María Iglesias, a través de la cual le llegó la salsa, porque era muy pachanguera, apasionada de Tito Puente, Machito y aquellos músicos del Palladium.


A los 9 años había recibido clases de corneta; por eso, cuando cumplió 11 años, su abuela le regaló una trompeta. Ana María lo apoyaba y le daba información. Willie dice: "Éramos muy pobres y aprendí para ganarme una platica tocando en las aceras". Su grupo se llamaba Los Dandys y sus influencias musicales eran variadas: desde Carlos Gardel, pasando por Pérez Prado, Cortijo y Joe Cuba, hasta Mon Rivera.


Una vez escuchó a Mon Rivera con Joe Cotto, en un tema muy conocido de la época llamado Dolores la pachanguera, y Barry Rogers tocaba el trombón. Fue como una aparición: "Sonaba como un elefante, un león... un animal. Algo tan diferente, que apenas lo oí, me dije: 'Yo quiero tocar ese instrumento' ".


Consiguió un trombón de pistones. Aprendió la embocadura y después se fajó con el trombón de vara. Más adelante, Mon Rivera amplió los trombones de su agrupación a tres; nadie lo había hecho antes en Nueva York -le decían que tenía una trombanga-. Y Willie empezó a hacer sus toques, a ver si le daban una oportunidad, hasta que le dijeron: "Súbete ahí".


Willie empujó lo que más tarde se llamó el sonido de Nueva York. "El experimento de estas mezclas -relata- tenía que pasar por Nueva York, donde estaban los latinos de diferentes procedencias, los negros con su jazz... Y trabajábamos juntos. Uno se cruzaba con un jazzista y le pedía un arreglo; eso solo podía nacer en Nueva York".


A Johnny Pacheco, dice, le debe todo: "Es una persona muy testaruda. Si no hubiera insistido en que yo acogiera a Héctor, no sé qué hubiera sido de mí. Fue clave en mi desarrollo, en lo que fui y en lo que soy. Su malicia, su intuición para conocer los géneros musicales, cantaba coros, dirigía mis grabaciones. Ahora lo veo poco, ya no existe una Fania para juntarnos y cada quien viaja por su lado".


Cuando Willie se encontró con Rubén Blades coincidieron en su relación con la música brasileña. Había empezado el embargo a Cuba, se había hecho mayor la distancia con la música de la isla y fue una oportunidad para que el mercado norteamericano se abriera a Brasil. "Yo estaba cansado del uno-cuatro-cinco, y la música brasileña tenía mucha tela y muchas gamas en los arreglos. Pensé que acercar a la salsa a un país tan poderoso era bueno para nuestra música.


Hoy, lamenta no haber trabajado más con Celia Cruz. Cuando grabaron el arreglo de Usted abusó, a ella le pareció muy moderno y estaba temerosa. Entonces, Willie le dijo: "Cántala en tu estilo y nosotros le cambiamos la base". "Fue una escuela estar a su lado; era una persona muy grande y uno se sentía feliz de compartir esos momentos en el estudio".


Era música de la chusma


Acerca de la crisis de la salsa, hace la siguiente precisión: "Lo que falta es hambre. Al principio, esta música era de la chusma; las empresas disqueras no querían saber nada de ella y después vinieron a manejarlo todo. Uno escribía la música y la tocaba en los clubes y la cambiaba, de acuerdo al gusto del bailador. Nosotros competíamos entre nosotros, cada músico era una propuesta y la chispa nacía en las esquinas".


Habla de la droga, que afectó la vida de su padre, la de su hermana Cindy, la de Héctor y, en algún momento, la suya propia. Por eso no fue a giras de Fania, sobre todo a África y a la de Colombia, en 1980, porque en las giras siempre aparecía esa cercanía. "Cuando murió mi hermanita, quise alejarme. Por eso me dediqué a ser solista, para hacer lo mío. Muchos de los afectados -mira esa muchacha inglesa que acaba de morir (Amy Winehouse)- son brillantes. Es como si necesitaran la droga para anestesiar su talento".


Le pregunto si Cuando me muera es un mensaje sobre seguir o no cantando y recurre a un tono íntimo: "Cualquiera de nosotros puede morir mañana, es un poco lo que me quedó de Héctor. También mi tema El entierro tiene que ver con la muerte de las estrellas. Es un poco sarcástico, pues yo sigo siendo un rebelde".


Sobre el futuro de la salsa, dice: "La salsa va a sobrevivir a la globalización. Uno de los problemas que la afectan es la crisis del disco. Sin embargo, las grabaciones hoy son auxiliares de los conciertos y eso es bueno, porque la salsa no se hace con pista, el músico y el público tienen que estar juntos. Por eso, debo agradecer a Cali y a toda Colombia: ustedes saben de salsa. Uno se encuentra con gente que es erudita y, en muchas ocasiones, sabe más que los músicos. A mis conciertos vienen jóvenes y conocen las letras, las sienten y las cantan. Mientras ellos estén con nosotros, tenemos futuro".

Umberto Valverde

Especial para EL TIEMPO

Cali.

Ser sonero es como un padecimiento

Ser sonero es algo así como un padecimiento socio-musical-poético que se adquiere de por vida, cuyo germen ha sido posible trazarlo a las prácticas musicales de comunidades marginadas, allá para mediados del Siglo 20 en la nación borinqueña. El sonero no nace, se hace. En círculos de salsa dura se considera que ser sonero es un estatus, un grado musical al que un cantante de música bailable llega luego de un proceso cantabiladista de bailes de marquesina, verbenas, graduaciones, fiestas patronales, festivales playeros, salas de concierto, tarimas de grandes estadios y la evaluación de pares y bailadores. El sonero es una criatura que se va gestando en las entrañas de alguien que quiere cantar las alegrías y las penas de la gente del barrio donde se formó. El sonero tiene que ser un tipo alerta a la realidad que le rodea y tiene que responder a ella desde una postura alentadora, positivista, agresiva-guapeadora y a la misma vez llena de humor callejero. No es fácil ser un sonero. Se puede tener todos los atributos antes mencionados pero si no se posee una habilidad dual de improvisación y el también doble vocabulario para expresarse en lo que se conoce como soneos, jamás se alcanzará ese estatus. El soneo es tanto una improvisación musical como una improvisación poética que requiere tanto vocabulario musical como literario. En el jazz la improvisación es una ciencia de estudio obligado para los instrumentistas y cantantes, que requiere conocimiento de la armonía, escalas, modos, y claro, la creatividad para combinar esos elementos de tal forma que reclute al oyente en el fenómeno de hacer música. El buen improvisador no se repite, cada frase que produce lo conduce al inicio de la próxima construyendo un pasaje nuevo cada vez que interpreta las partes de una canción.

Para el instrumento vocal el jazz ha reservado una categoría de improvisación llamada “skat singing”, que no es otra cosa que zabadibi páh páh, páh páh páuuu, donde el cantante puede combinar a su gusto vocales y consonantes con el ritmo que mejor le sienta en el momento de inspirarse en la construcción de frases y melodías. El sonero combina vocales y consonantes con sentido literario pero también tiene licencia para echar mano del “skat singing” cuando le de la gana y también tomar prestadas las técnicas de improvisación del jazz.

Existe una concepción generalizada de que el sonero es un cantante del género llamado salsa, que unos relacionan con la música bailable familia de la guaracha, el son y el guaguancó, y otros amplían el término para agrupar la diversidad de música bailable caribeña donde también cabe el merengue, la bomba y la plena entre otros géneros. El sonero del que estamos hablando es el que “guapea” soneando todo lo que cabe en la segunda concepción salsosa donde la clave es mandamiento mayor. Y me perdonarán las damas por el uso del género masculino en todo momento pero esto es terreno minado y dominado por el machismo. Soneras, ninguna, ni la tan aclamada Celia Cruz. Por ahí andan “La India” y “Choco” Orta entre otras féminas que se aventuran en el género, voces con carácter propio, afinadas y potentes, pero carentes del don que define el arte de sonear, la creatividad en la improvisación. La figura que define el arte de sonear, la que establece los estándares de la práctica es el dueño de la finca y la mujer, el macharrán Ismael Rivera, desde sus primeras grabaciones de El Charlatán, con la Orquesta Panamericana, y El Bombón de Elena con el combo de Cortijo. De Maelo a esta parte son muchos los cantantes que han habitado el universo de la música bailable respondiendo a los llamados que hace el coro con la aspiración de que la improvisación tenga sentido para el oyente componiendo al momento frases ingeniosas que puedan cualificarlo como sonero, lo que han logrado muy pocos.

De los cantantes agrupados en lo que se conoció como “Las Estrellas de Fania” sólo me atrevo a cualificar a José “Cheo” Feliciano y a Héctor Lavoe como soneros de alto rango, favoreciendo el segundo en picardía y humor. La figura de Pete “El Conde” Rodríguez representa en este corillo el estilo de canto de sabor cubano, que aunque en su forma tiene una llamada del coro y una respuesta del cantante, esta última es una limitada a la temática del asunto de la canción y un poco estreñida en la creatividad improvisatoria. Por esas sendas se crió Ismael Miranda para no llegar a ser sonero.

Fuera de la “piña” de Fania también soneaba otra gente. Blanco es, frito se come, gallina lo pone y huevo no es… Chamaco Ramírez se llevó a la tumba la respuesta del acertijo pero nos dejó grabada con la orquesta de Tommy Olivencia, una base de datos de soneos de alto nivel. Marvin Santiago se agenció su espacio en este exclusivo Olimpo de salseros con una marca propia en la improvisación que le validó la clasificación. Luiggy Texidor, a mi entender, llegó hasta las puertas del reino pero muchas veces le cerraron las puertas en la cara, aunque no se le puede quitar méritos por falta de popularidad. Frankie Ruiz, ¡Mi China!, se ganó los galones de sonero desde el oeste para darle la vuelta a la Isla y poner a bailar al barrio más grande de la nación puertorriqueña en la ciudad de Nueva York. Gilberto Santarosa se lanzó al charco a sonear en un momento en que parecía extinta la práctica de responder y “guapear” soneando a un coro que te exige más en vivo que en una grabación donde el soneo puede ser planificado. Es en el contexto de las grabaciones donde se crean figuras muy parecidas a los soneros, pero los que a la hora de la verdad, en tarima, lo que hacen es repetir lo que han grabado sin atreverse a saltar el marco que les restringe. Tome nota y dígame si no hay que tener “calle” para ser un buen sonero, para desde la marginalidad desarrollar un discurso musical que le gane el favor y el respeto de representar su procedencia. ¿Cuántos soneros tenemos hoy que den esa talla?

A propósito he dejado fuera la controvertida figura del “Cano” Estremera, el “Dueño del Soneo”, porque me parece meritorio ir por su trayectoria y por las posiciones que lo han llevado a ganarse la clasificación de controversial en una próxima columna. Sobre todo porque es el último sonero de una escuela en peligro de extinción. ¿Qué me dice, se apunta?

Por Irvin García
Publicado: lunes, 11 de julio de 2011

A 18 años de la muerte de Lavoe

A 18 años de la muerte de Lavoe
El cantante falleció un día como hoy en Nueva York


Por Damaris Hernández Mercado/ dhernandez1@elnuevodia.com

Hoy se cumplen 18 años de la muerte de “El Cantante de los cantantes”, Héctor Lavoe, uno de las figuras más importantes en el género de la salsa.

El sonero falleció el 29 de Junio de 1993 a los 47 años en el Hospital Saint Claire en Nueva York, debido a una complicación de salud, tras ser diagnosticado con VIH.

No es secreto que a la par con su exitosa carrera musical, - la cual inició de la mano de Johnny Pacheco y Willie Colón,- su vida personal fuera en deterioro por su adicción a las drogas. El cantante vivió una parte de su vida sumido en una profunda depresión de la que intentaba salir mediante la rehabilitación. Muchas pérdidas como la de su hijo, padre y suegra desequilibraron su estado emocional. Lo que eventualmente lo llevó a intentar suicidarse al lanzarse desde el balcón de una habitación en un hotel en San Juan, luego de la suspensión de un concierto en Bayamón.

Sin embargo, su agitada vida personal no impidió que Héctor Juan Pérez Martínez, nombre de pila, se consagrará como uno de los soneros más importante después de Ismael Rivera, (Sonero Mayor), hecho que ha sido reconocido por otros exponentes salseros.

Con su inigualable voz emprendió desde el 1975 su carrera como solista con los discos “La voz”, “De ti depende” y “Comedia”, álbumes que contenían los éxitos, “Periódico de ayer” (de Tite Curet Alonso) y “El cantante” (compuesta por Rubén Blades). Además, desarrolló su vertiginosa carrera junto a la Fania All Stars.

No cabe duda que con más de una veintena de discos con su orquesta y junto a Willie Colón, “El hombre que canta hasta debajo del agua” ha dejado un legado indeleble en la memoria de los salseros del mundo.

RECORDANDO A HECTOR LAVOE

Nuestro amigo Viascorpus en el portal de Youtube subio un chevere y particular video como homenaje al "Cantante de los cantantes" a continuacion les transcribo el texto que acompaña este chevere y animado video:

Héctor Juan Pérez Martínez más conocido como "Héctor Lavoe "El cantante de los cantantes", fue y seguirá siendo uno de los Cantantes de habla hispana más destacados del género musical de la Salsa. He hecho de mi parte un pequeño homenaje a este gran artista que decia "Yo canto con pantalones" de uno de sus éxitos, al cumplirse este 29 de Junio de 2011, 18 años de su partida a la eternidad. Espero les guste...

Héctor Lavoe: De nacionalidad Puerto Riqueño Nació el 30 de septiembre de 1.946 y Murió el 29 de junio 1.993.